La Virgen de Irunbidea es una presencia conmovedora a lo largo del Camino de Santiago, situada en las afueras del encantador pueblo de Uterga. Descansa en un tranquilo rincón bajo la sombra de imponentes encinas. Su origen está vinculado a una experiencia emotiva de un peregrino procedente de Pamplona, quien tras vencer la agotadora sierra del Perdón, se encontró exhausto y a punto de abandonar su peregrinación hacia la tumba del Apóstol Santiago. Este fatigado peregrino era José Lucas Fernández, un notario madrileño. Se sentó para recuperar el aliento en el mismo lugar donde hoy reposa la Virgen.
Cuando José pensaba que su travesía había llegado a su fin y se sentía vencido y agotado, una niña apareció ante él. Al preguntarle su nombre, la pequeña respondió: «María». Este nombre, asociado a la madre de Jesús, avivó la esperanza de José. Encomendándose a la Virgen, experimentó un milagroso renacer de energías y el cansancio desapareció. Así, José completó el Camino de Santiago y lo recorrería nuevamente en los años venideros.
La gratitud de José hacia el paraje de Uterga y la Virgen que le devolvió las fuerzas lo llevó a donar la hermosa imagen a la comunidad. La Virgen de Irunbidea, cuyo nombre fusiona «Iruña» (Pamplona) y «bidea» (camino) en euskera, significa la Virgen del camino de Pamplona.
Mes tras mes, José regresaba a Uterga para rezar ante la Virgen de Irunbidea hasta el día de su fallecimiento. Muchos habitantes de Uterga se unieron a él en sus plegarias, convirtiendo a la Virgen en un lugar de devoción para la comunidad. Muchos acuden cada primer sábado del mes.
Junto a la Virgen de Irunbidea se encuentra un poema escrito por José Luis Landa «Lendakari», que relata esta hermosa historia. También hay una foto de José Lucas Fernández, el peregrino, acompañado por los vecinos del pueblo.
Cerca de la imagen se erige una cruz de hierro con una venera de peregrino en el centro, recordando a los visitantes que están en el camino de Santiago. Además, un resistente banco de piedra ofrece un lugar para descansar. Muchos peregrinos han hallado consuelo físico y espiritual en este lugar. A los pies de la escultura, los peregrinos dejan piedritas, algunas con inscripciones, como humilde ofrenda ante la Virgen.