El viaje desde Belorado nos lleva a cruzar el puente El Canto, una estructura de origen romano ampliada por Alfonso VI para facilitar el paso de peregrinos. Este puente, con once arcos y reformado en el siglo XIX, nos conduce hacia Tosantos, una villa que sorprende con su ermita rupestre de Nuestra Señora de la Peña, excavada en la montaña y donde se fortalece el culto a la naturaleza.
La ermita rupestre de la Virgen de la Peña, ubicada en un farallón al norte del pueblo, en las cuevas de los Arancones, es un santuario antiguo vinculado a anacoretas y ermitaños. La cueva, formada por una capilla y un ábside, tiene diecisiete metros de longitud y siete metros de ancho, y alberga una imagen medieval de la Virgen. Según la leyenda, esta imagen fue ocultada en la gruta durante la invasión árabe y posteriormente redescubierta de manera milagrosa. Este santuario, con su historia legendaria, refleja el arraigo pagano del lugar y su conexión con cultos a la madre tierra.
Tosantos, además de ser un punto de paso en el Camino de Santiago, es un lugar donde la espiritualidad y la naturaleza se entrelazan en un ambiente místico. La ermita de la Virgen de la Peña es un testimonio de la devoción ancestral y la magia que impregnan estos parajes.
El pueblo de Tosantos
Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) de 2020, la población de Tosantos es de aproximadamente 20 habitantes. Esta pequeña villa, además de ser un punto de paso para los peregrinos que recorren el Camino de Santiago, destaca por su ermita rupestre de Nuestra Señora de la Peña.
